Actualmente vivo en San Sebastián, aunque parte de mi corazón vive enamorada de Vitoria y del verde que la rodea. Para mí, no hay nada comparable a un paseo por los hayedos del Gorbea en pleno otoño o poder disfrutar de un rato en la playa en pleno invierno,  simplemente admirando el paisaje. Con el tiempo, he aprendido a encontrar en la naturaleza mi refugio y en los caballos en particular, he encontrado ese lugar seguro en el que puedo sentirme yo misma. Me considero una persona cálida, cercana y muy curiosa. Me encanta el arte en todas sus formas, aunque siento especial predilección por la música (toco el piano desde pequeñita) y la fotografía.

Las personas de mi alrededor siempre me han comentado que tengo un don para la escucha, por lo que decidí explotarlo y empecé la carrera de medicina con el firme propósito de dedicarme a la psiquiatría. Por cosas del destino, en segundo de medicina cursé la asignatura de psicología y en ese momento me di cuenta de que mi lugar estaba ahí. Por lo que, después de darle muchas vueltas y con mucho vértigo, decidí cambiar de carrera. No fue una decisión fácil, no te voy a mentir, pero es una de las mejores decisiones que he tomado en toda mi vida. Desde entonces, dedico mi día a día a formarme para entender cómo funciona la mente humana y en maneras de poder acompañar a las personas que deciden comenzar un proceso de terapia a mi lado.

Mi primera experiencia laboral fue en Lagunkan, una pequeña empresa dedicada a las intervenciones asistidas con perros. Trabajé junto a Nela, mi tutora, y Lukas, su Golden Retriever, durante meses con colectivos muy diversos (niños, tercera edad, personas con autismo,…) y fue la oportunidad que necesité para terminar de enamorarme de esta profesión. Les estaré siempre agradecida, porque me abrieron las puertas no solo al mundo de las intervenciones asistidas a los animales, sino que me dieron la oportunidad de demostrar (y sobre todo demostrarme) que yo sí valía para ser psicóloga.

La segunda oportunidad laboral llegó de manos de Gautena, la asociación guipuzcoana de familiares de personas con autismo, donde tuve el placer de realizar las prácticas del máster de psicología general sanitaria y donde después estuve trabajando unos meses. Allí tuve la oportunidad de aprender muchísimo y me abrió las puertas al que yo creía que iba a ser el trabajo de mi vida (spoiler: no lo fue, pero esa experiencia se ha convertido en uno de los mayores aprendizajes de mi vida).

Después de Gautena, tuve conocimiento de un trabajo en una asociación de terapia asistida con caballos. Desde que empecé a montar a caballo a mis 18 años, tuve claro que me encantaría poder incorporar los caballos de alguna manera en mi día a día laboral y al ver esta oportunidad, no dudé en recorrer más de 300km y mudarme a Oviedo, donde estuve trabajando durante casi 3 años. Allí tuve la oportunidad de consolidarme como psicóloga y conocí a personas maravillosas que aun hoy en día, me siguen acompañando de alguna manera. Pero llegó la pandemia, e hizo patente algo que me costó mucho admitir: tener a la familia tan lejos, pesaba demasiado. Por lo que, con mucha pena, decidí poner otra vez mi vida del revés y volví al País Vasco. Fue en este momento donde se creó este pequeño proyecto llamado “Arantxa Mugica Psicología” desde el que pretendo, ya sea mediante terapia online, presencial o asistida con caballos, conseguir un objetivo común y que me ha acompañado desde mi primer año de carrera: ayudar, ayudar y ayudar.